El beso y el viento

El viento que roza tus labios es lo único que me queda. La piel se me eriza, “piel de lagarto” debieran llamarlo si me conociesen. De todas las pieles del cuerpo, repertorio de gran variedad que juega al gusto de cada cual, los labios son los únicos que permanecen inmutables ante el contacto. La piel de mi cuello y de mis brazos se me eriza cada vez que pienso en una ráfaga de viento esquivo. La piel de los labios es. Abro la boca y dejo que el aire musite los sonidos oprimidos por el tiempo: BESO. Hacía tanto tiempo que no lo pronunciaba…

Aún recuerdo el aroma de la saliva, divinos fluidos de carne y sentimiento. Beso. Las comisuras húmedas, liquido suave y lengua sedosa. Beso. Saliva en exilio. Beso. El estómago se encoge cuando escuchas, sientes, los impulsos del aire, pasión prófuga huyendo por la nariz. Besos in memoriam. Pretéritos recuerdos. De bienvenida y despedida. Prohibidos, anhelados y concedidos y burocráticos, reflexivos, progresivos y desiderativos. Todos huelen a saliva, impresa en el viento como el beso en el recuerdo. Llevo tanto tiempo recordando un beso…

2 comentarios en “El beso y el viento

  1. Por fin sé quien eres. Me gustó leerme la biografía y el apartado de «qué soy?». Son curiosos, me parecieron interesantes.
    Este texto también me lo pareció. No es la típica forma de hablar de un beso.
    Seguiré visitándote.

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